LAS VOCES DE LAS EMOCIONES

 

 

 

Lo cierto es que la psicología moderna considera que ambas posibilidades no son efectos aislados. Por el contrario, los eventos del exterior son tan influyentes sobre nosotros como nuestra forma de asimilarlos y responder ante ellos.

 

NOTA: El siguiente artículo, si bien presentado de manera interactiva, no es ficción. Las emociones y sus voces aquí presentadas responden a un estudio de investigación realizado en libros de psicología de B.F. Skinner, Carl Jung, labores de tesis de diversas universidades norteamericanas y testimonios en pequeñas entrevistas realizadas por Bien de Salud a personas de diferentes edades.

 

A continuación les presentamos una mirada más directa a las emociones y a sus opiniones respecto a una persona durante la adolescencia y la adultez.

 

 

LAS TURBULENCIAS DE LA EDAD JOVEN

Alegría: siento que en la etapa adolescente no se puede tener nada definido. Una persona no es más un niño o niña, ni tampoco alcanza a ser un adulto. Por eso creo que la etapa de la adolescencia nos hace sentir dentro de un limbo. El significado de la felicidad no está muy claro durante este proceso de crecimiento.

 

Tristeza: los cambios de ánimo en el adolescente son preocupantes. Pero creo que se deben a los extremos. Como no se pertenece a ningún espacio específico, la persona intenta buscar su lugar dentro de sus posibilidades. En su búsqueda lo más evidente es lo más expresivo. Y donde hay mayor expresión suele existir desenfreno y aquí aparecen los extremos.

 

Alegría: yo siento que la persona aún no tiene claro aquello que realmente lo hace feliz. De alguna manera lo siente. Yo sé qué se puede ser feliz durante la adolescencia, pero mi alegría y felicidad no se pueden racionalizar demasiado.

 

Miedo: la falta de racionalidad se debe en parte al miedo. Hay un temor latente frente al fracaso y al éxito porque no se han definido con precisión. Por ejemplo, sabemos que alguien como Steve Jobs es exitoso para la sociedad moderna. Pero no se trata de lo que significa “ser exitoso” para los demás. El fracaso y el éxito son parte de cada ser humano y, por ello, se establecen de forma personal.

 

Tristeza: me da mucha lástima no poder encontrarme realmente como persona y no poder definir realmente aquello que me atemoriza. Creo que durante la adolescencia lo más importante es encontrar nuestra personalidad.

 

Alegría: yo pienso que nuestra personalidad no se ha definido porque no la hemos descubierto. La personalidad como identidad, es algo que construimos a diario y que nunca termina de moldearse. Es importante pensar que toda la vida es un proceso de aprendizaje y reconocimiento.

 

Miedo: al individuo le da miedo, sin embargo, no encontrar ningún significado.

 

Alegría: quizá le sea más fácil la idea de vivir aprendiendo sin definir exactamente nada.

 

Tristeza: ¿No les apena que sea difícil o imposible encontrar un significado?

 

Miedo: más que tristeza esto causa temor.

 

Alegría: pero es una idea que le permite a uno ser más feliz sin pensar demasiado.

 

Enojo: esto más bien provoca un enorme estrés en el individuo. Si no es capaz de definir absolutamente nada, entonces es un fracaso que deambula sin encontrar ningún propósito ni misión.

 

Alegría: pensemos más bien que por ahora todo lo que le pasa a la persona proviene más de su mundo exterior. Sin muchas herramientas necesarias como la experiencia y el desarrollo del equilibrio emocional, la persona se ve constantemente indefensa frente a los eventos exteriores. 

 

Miedo: entonces el exterior influye más durante la adolescencia.

 

Alegría: tiene un impacto más fuerte, sí.

 

 

 

LOS NUEVOS AIRES DE LA ADULTEZ

 

Alegría: si se aprovecha lo vivido, entonces cada año de vida cuenta de manera positiva. Se puede ser adulto incluso a los veinte años si han servido para el crecimiento constante.

 

Miedo: ya no se tiene tanto miedo durante esta etapa. Solo existe un pequeño temor a nuevas preocupaciones. Pero para aquellos que pueden controlarse internamente, el miedo no es más una forma de temor.

 

Tristeza: la tristeza también puede controlarse más. Ahora quedan algunos restos de melancolía más que un desenfreno de sentimientos tristes.

 

Enojo: el cansancio es ciertamente el mejor maestro para aplacar el enojo. ¿Cuánto malestar y agotamiento nos produce estar molestos y enfurecidos? Cuando nos damos cuenta del tiempo y energía perdidos es que conseguimos la herramienta indispensable para convertir al enojo en un fastidio momentáneo y lo superamos.

 

Alegría: yo siento que la alegría se puede controlar más. Se siente el entusiasmo pero ya no se manifiesta de forma tan extrema. Esto es verdad. En los últimos años también se define la necesidad vital de la alegría. Pero por el momento ser alegre es más bien estar tranquilo.

 

Tristeza: ¿Entonces podemos decir que en esta etapa todo lo que sentimos es resultado de cómo internalizamos lo que nos pasa desde afuera?

 

Enojo: ciertamente. El caso no es igual para todos, pero con la adultez el individuo generalmente intenta velar con mayor frecuencia por su tranquilidad y estabilidad.

 

Miedo: el mundo se enfrenta con más herramientas, y en los miedos de los más jóvenes reconocemos los nuestros. Nos llena de seguridad saber que finalmente en esta etapa tenemos las claves para derrotar miedos pasados que ahora vemos manifestados en otros.

 

Alegría: crecer es complicado. Requiere paciencia y buena disposición. Pero creo que podemos afirmar que durante la etapa más joven la persona permite que el exterior influya más sobre sus emociones. Esto sucede por una carencia de herramientas emocionales y por la falta de confianza en uno mismo. Finalmente, si aprendemos de las experiencias, ellas nos brindan las claves necesarias para afrontar la adultez con mayor serenidad y con mejor manejo emocional.

 

Como concluyó Alegría, las emociones son un sistema complejo que se benefician del tiempo, la paciencia, la convicción y de un aprendizaje constante que nunca termina.

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